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El fin de una era

Updated: Jun 23, 2020



El libro de Deuteronomio termina de una manera muy interesante: el personaje principal muere (perdón el spoiler).


Me llama mucho la atención la muerte de Moisés. Siempre ha sido una de las muertes más trágicas para mí. Después de haberse esforzado tanto al liderar a un pueblo terco por el desierto, al final Dios le dice a Moisés que no puede entrar a la tierra prometida, su meta final. ¡Qué frustrante!

Es una escena emotiva. Imagínate. Moisés sube a un monte y logra contemplar la tierra a la que iba a entrar. Está ahí, cerca de su objetivo, cuando Dios le dice:

«Éste es el país que yo juré a Abraham, Isaac y Jacob que daría a sus descendientes. He querido que lo veas con tus propios ojos, aunque no vas a entrar en él.» Deuteronomio 34: 4 (DHH)

¿Cómo te sentirías tú en ese momento? ¿Cómo se siente estar a punto de llegar a donde siempre has esperado y no poder hacerlo? ¿Te da coraje? ¿Hay frustración? 

Yo pensaría que todo el esfuerzo no valió la pena. Se me cruzaría por la mente que mejor hubiera hecho otra cosa con mi vida o seguido otro camino. Después de todo, Moisés era un príncipe en Egipto. Es en este punto donde Moisés muere.

Pero el texto no termina aquí. Para empezar, la Biblia dice que Moisés, el siervo de Dios, murió. Para que lo llamen así, la vida de Moisés debió reflejar servicio y entrega total a Dios. El siervo de Dios, el que cumplió la tarea que se le dio, el que obedeció a Dios una y otra vez. Además, en múltiples ocasiones Dios respaldó el trabajo de Moisés. Por ejemplo, en las señales frente al faraón, cuando abrió el Mar Rojo, cuando derrotó a los reyes del desierto o cuando hizo los milagros frente al pueblo de Israel.

En el versículo 6 de este capítulo el narrador continúa, según la versión original, [Dios] lo enterró. Dios, su amigo, lo enterró, Él mismo lo hizo. Esto nos permite recordar los momentos de intimidad y extraordinariedad que Moisés vivió en su amistad con Dios. Para empezar, estuvo la zarza ardiendo en Madián, cuando Dios lo llamó. Otro ejemplo fue su encuentro con Dios en el monte Sinaí, donde no murió por ver a Dios e incluso al bajar del monte Sinaí, su rostro brillaba por la presencia del Señor reflejada en él. Cada vez que el pueblo quería preguntar algo a Dios, Moisés lo hacía por ellos. Este hombre conocía los secretos y los planes del corazón de Dios.


El siguiente versículo nos dice que el siervo de Dios murió a los 120 años. En el comentario de la versión Dios Habla Hoy en la app Youversion, se nos explica que este era un referente del número de años que un hombre debía alcanzar si tenía una buena vida. Si lo analizamos, Moisés pasó 40 años de su vida en Egipto, con una vida de privilegio en donde posiblemente recibió educación de primera calidad. Después, Moisés huyó a Madián y pasó ahí otros 40 años. Tuvo una familia, trabajó para su suegro y fue allí, en la confusión y el exilio, donde Dios le llamó a su gran misión. Para terminar, los últimos 40 años de su vida se dedicó a hacer lo que Dios le pidió: liberar al pueblo de Israel de la esclavitud en Egipto y guiarlos por el desierto hasta la entrada de la tierra prometida. Con sus altos y bajos, Moisés pudo completarlo y se nota la satisfacción de Dios sobre la obra cumplida. Además, el mismo verso dice que hasta el momento de su muerte, Moisés gozó de buena vista y buena salud. Lo cual permite ver la bendición de Dios en su vida.


Finalmente, en el versículo 10 se encuentra esta frase: nunca más hubo en Israel otro profeta como Moisés, con quien el Señor hablara cara a cara. ¡Qué reconocimiento! Al final, a Moisés no le fue tan mal después de todo. Aunque no tuvo el final que yo esperaba, eso no significa que no tuvo una vida asombrosa llena de intensidad y acción (hasta hay novelas de eso). El texto reconoce la trascendencia de la vida de Moisés y queda como un personaje que marcó la historia de Israel.


La muerte de Moisés significaría el fin de una etapa y el comienzo de una nueva: la conquista de la tierra prometida. Era hora de que Israel recibiera la promesa de Dios y tendría descanso después de haber caminado años por el desierto.


A veces, nos preocupamos mucho por el fin de una era. Una relación, un ciclo de estudios, la pérdida de un ser querido. Puede que no haya terminado como lo imaginamos (en mi caso, yo esperaba que Moisés entre a la tierra prometida). No obstante, es importante notar la invitación de este capítulo. El poder mirar atrás y recordar las cosas buenas que esta etapa nos trajo y sobre todo lo que Dios hizo en medio de todo. También, el texto nos invita a no quedarnos frustrados por el resultado, sino a verlo todo como ganancia. Al final Moisés terminó su misión exitosamente y fue a reunirse con sus antepasados a descansar. Por último, nos invita a reflexionar que el fin de una etapa es el inicio de una nueva. Finalmente, tras generaciones de espera, Israel disfrutaría de la promesa hecha realidad por Dios. 

Entonces, ¿a qué te invita este pasaje? ¿cuál es esa era que se termina para ti? ¿qué aprendiste? ¿cómo viste a Dios allí? ¿cuál es la promesa que está por cumplirse?


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