¿Qué piensas cuando alguien pronuncia la palabra transición? Personalmente, me da un poco de escalofríos. Pienso que será incómodo, desesperante y poco esperado. ¿Cómo te lo imaginas? ¿O cómo lo has experimentado?
Casi nunca calculamos cuando vendrán esos momentos ni lo que implicará vivirlos. Pero creo que es bueno saber qué esperar y tener en cuenta que la transición no es un tiempo perdido, sino más bien un proceso necesario. Un puente que entrelaza lo que ya fue con lo que será, pensando en lo que es. Además, es importante recordar que cada proceso es único y que cada uno responde diferente dependiendo de la personalidad. También, Dios sigue estando presente y sigue trabajando en nosotros.
Para mí, la transición es ir de un lugar a otro. Este tiempo del medio que es intrigante y experimentas impaciencia, pero también es muy real y necesario. Tenemos varias transiciones a lo largo de la vida. Pasar de ser niño a adolescente (recuerdo que cuando pasó eso lloré mucho). Pasar de ser estudiante a profesional, de estar soltero/a a tener pareja (y viceversa). Mudarse a otro lugar. Empezar en un nuevo trabajo. Son situaciones que al principio se sienten incómodas y esperamos hasta que llegue el momento en que todo haga clic. Pueden durar una semana, un mes, un año. Lo común es querer llegar a la siguiente etapa sin tener que pasar por un proceso. Después de todo, ¿a quién le gusta esperar?
El momento actual que estamos viviendo también es una transición. La pandemia, “nos cogió de sorpresa” dicen. Desde mi punto de vista, pasamos de una vida en la que nos consideramos seres superiores e invencibles sin límites, a un mundo donde es necesario pensar en el otro, en lo que nos rodea, en la familia, en el medio ambiente, para cuidar nuestra propia supervivencia.
En mi caso, desde que terminé la universidad en mayo ha sido una etapa de transiciones. No únicamente de pasar de ser universitaria a profesional, sino también con todas las responsabilidades que ello representa. Y bueno, en la vida más personal, unas cuantas transiciones más. Como un nudo con varios nudos por dentro.
También, Israel vivió una transición, de Egipto a la tierra de Canaán. De la esclavitud, a la libertad. De la opresión, a la tierra prometida. Y duró 40 años.
A continuación, te compartiré lo que he aprendido en este tiempo de mi transición personal, espero que te sirva y te ayude a reflexionar en cualquier tipo de transición en la que estés (si puedes escríbemela y compártemela). Las mayores enseñanzas las saqué de un libro que se llama After College de Erica Young, que me ha ayudado a orientarme en el proceso. Una de las frases que más me remarcan de este libro es que el objetivo de la transición no es simplemente que ocurra un cambio (físico), sino también transicionar (interiormente).
1. El tiempo es incierto. La verdad es que no sabes cuánto va a durar. Esta etapa se caracteriza porque no conocemos muchos detalles sobre lo que vendrá o a lo mejor lo sabemos, pero debemos esperar más tiempo del que quisiéramos. Es posible que experimentemos ansiedad, depresión, frustración, desorientación. Y todo eso es normal y está bien. Lo importante es expresarlo y comunicarlo de la mejor forma que podamos a Dios y a los que nos quieren, incluso a nosotros mismos.
Te comparto un fragmento de mi cuaderno sobre las emociones que estaba sintiendo al inicio de mi transición:
Mayo 16, 2020: “Me siento en un encierro, donde hay escasez de alimentos y medicinas… donde no puedo salir a ningún lugar y no hay muchos caminos que tomar. Me siento débil y vulnerable, como si la vida y la salud pudiesen escaparse entre los dedos si es que me descuido por un rato. Siento, a veces, como si la otra vida ya no existiera. No sé por qué es difícil recordar en este momento, pero todo fue real. Esta vez también confiaremos en Dios aunque muramos haciéndolo”.
Estas son palabras sinceras que las expresé conociendo que a mi Dios le gusta escuchar lo que hay en mi corazón y no se aleja cuando lo necesito (nunca lo hace). El Salmo 77 es un bello texto que empieza con una tristeza profunda y termina en un reconocimiento del carácter incambiable de Dios, lo cual transforma el ánimo del salmista. Te invito a leerlo.
2. Las transiciones tienen un propósito. Tal vez tienen dos propósitos, son necesarias para cerrar ciclos y para prepararte para lo que se viene. El libro que te mencioné resalta que es importante terminar bien. Un ciclo, una etapa, una relación o relaciones, un rol, una posición, etc. Esto es importante, porque de lo contrario te puede tomar años sin que realmente hayas terminado con tu ex (por así decirlo) y esto puede impedirte continuar en algún punto. He visto casos de personas que terminaron la universidad ya hace algún tiempo, pero no han tenido ese espacio para cerrar ciclo y agradecer los buenos y malos momentos. Hay otros que después de haber estado en un rol o posición por muchos años, no comprenden que su tiempo allí terminó y no logran desapegarse de lo viejo para empezar lo nuevo. Permitirse esto trae el peligro de vivir en el pasado constantemente y no mirar hacia el futuro.
Después de terminar mi último examen, sabía que tenía bastante tiempo libre después (pues no había preparado ningún plan), así que me puse a escribir lo que sentía. También hice un pequeño homenaje a mis años de universidad y lo que Dios había hecho en ese tiempo, para que Él se llevara todos los créditos. Le agradecí a Dios por todo y repasé muchas memorias en mi cabeza y puedo decir que terminé bien con mi ex universidad. Esto de terminar bien también se refiere a desempeñar bien hasta el final. Como todo lo que hacemos debe honrar a Dios, el momento en el que termines la carrera también debe honrarlo a Él. Para que los ángeles del cielo digan: no pos este si le dio con todo hasta el final.
Recordemos que al pueblo de Israel también le costó sacar a Egipto de sus corazones y esto hizo que se sintieran de menos y perdieran la fe por lo que estaba por venir. Aun así, Dios siempre les alentaba:
Ustedes están a punto de cruzar el Jordán y conquistar el país que el Señor su Dios les va a dar. Deuteronomio 11: 31
3. En las transiciones también existen evaluaciones. No solo tienes el chance de evaluar el tiempo que ha pasado, agradecer a Dios por lo que ha hecho y ver cómo puedes mejorar en lo que no te fue tan bien. Además, hay evaluaciones que son aplicadas en tu vida. Si eres creyente, es posible que tu confianza en Dios se vea desafiada. Existe el peligro de cuestionar el amor de Dios y Su carácter al ver las situaciones difíciles o inesperadas. Ahí es cuando se generan pensamientos que te preguntarán dónde está tu Dios. También, puede que las palabras de Dios sobre tu vida sean puestas en duda o incluso tu llamado. Puede que pases por un tiempo sin ver que tus pasiones son tomadas en cuenta o pienses que hasta ese punto no has alcanzado algo significativo. La cosa no es evitar la incomodidad, sino superarla. Otra cosa que puede pasar es que te des cuenta de quién eres, de lo que hay en tu corazón y lo que queda cuando no tienes nada. Estas situaciones nos llevan a vernos como desnudos delante de Dios y a preguntarnos: ¿quién soy yo sin este título, talento, organización? La respuesta: un/a hijo/a amado/a por Dios.
Recuerda que el pueblo de Israel pasó de ser la nación cuyo Dios hacía grandes milagros en frente de otras naciones, a ser un pueblo que caminaba casi errante por el desierto. Pero, ¡eh! Con Dios presente en una nube en la mañana y una columna de fuego por la noche. Dios los guiaba, los cuidaba y los protegía. Les proveía del maná diario. Como dice en Deuteronomio 2: 7:
El Señor y Dios de ustedes los ha bendecido en todo lo que han hecho; durante estos cuarenta años ha estado con ustedes y los ha cuidado en su marcha por este inmenso desierto, sin que nada les haya faltado.
Ahí es cuando necesitamos estar más anclados a Dios todavía para resistir las tentaciones del desierto. Esto puede lograrse con disciplinas espirituales como la oración, el ayuno y la lectura de la Biblia para estar firmes.
4. Dios está presente. Aunque parezca que tus tiempos han cambiado y ya no es como antes, recuerda que lo que Dios tiene para ti son cosas buenas. Dios está contigo. Él te provee. Él está trabajando en ti. Ayudándote a cerrar ese ciclo y preparándote para lo que se viene. Puede que parezca un tiempo difícil, pero tomate un tiempo para agradecer lo que Dios ha hecho en este tiempo. Te ha dado vida y salud, una familia, alimento, vestido, agua, tienes un techo sobre ti. En Génesis 39: 20-21 podemos ver en la vida de José que aun en la cárcel "el Señor siguió estando con José y mostrándole su bondad". Dios es la única constante que permanece y no cambia, aunque el mundo entero o incluso tú lo hagas.
Pensando en este tiempo, reconozco que he recibido numerosas bendiciones de Dios. Cosas tan sencillas como poder respirar cada día, ver con lentitud los atardeceres desde mi ventana y dormir calientita en mi camita. Este es un tiempo en el que a veces nos toca dejar de hacer para simplemente ser. Aprender a estar presente. Conocer al Yo Soy en tu vida, te dará fuerzas para despedirte del pasado e ir en pos del futuro.
A veces no podemos comprender lo que realmente Dios hace en nosotros (formar nuestro carácter, ayudarnos a ser pacientes, enseñarnos a ser perseverantes), sino hasta que vemos esa destreza ganada puesta en práctica. También, puedes aprovechar el tiempo. Tal vez ahora tienes más tiempo para hacer cosas que antes no podías hacer (como ver películas, hacer ejercicio o cocinar recetas saludables). Sin darme cuenta, Dios me ayudó a retomar hábitos buenos en este tiempo donde tengo más espacio para ello. También he podido descansar, después de 5 años de estudio, y disfrutar el ahora, el presente que nunca volverá.
5. El rol de la comunidad. ¡Qué bueno que Israel era un pueblo y no solo una persona en el desierto! La comunidad es importante para disfrutar la vida y pasar por los procesos que son necesarios sin sentirte solo/a. En mi caso, tuve la oportunidad de ser apoyada por la CECE (Comunidad de Estudiantes Cristianos del Ecuador) en mi tiempo de transición e incluso de personas del mismo movimiento pero de otro país. Te ayuda mucho juntarte con personas que ya han pasado por ello, pues puedes aprender de sus experiencias, y también con personas que estén pasando por eso, para que no te sientas solo/a en tu proceso. Esto da lugar a la comprensión, a la tranquilidad y a la esperanza. Recuerda, las personas han pasado por esto antes y hay otras pasando por lo mismo también.
6. Hay esperanza. La transición se trata de ir de un punto A a un punto B. La transición no es para siempre. Vas a llegar a algún lado, hay una tierra prometida. Dios te lo prometió y si te lo dijo, lo cumplirá. Es el único al que se le puede tomar la palabra de verdad. Me gusta mucho una frase que saqué del libro Bread for the Resistance de Donna Barber: “A pesar de nuestras circunstancias, la esperanza cree que la historia no ha terminado – el bien podrá y prevalecerá”. No somos personas errantes en el desierto, somos hijos de Dios creados para buenas obras. Tenemos un propósito eterno y Dios está de nuestro lado. Además, recuerda que tú mismo has pasado por transiciones antes. ¿Cómo las superaste? ¿Qué hizo Dios en tu vida durante ese tiempo?
¿Por qué voy a inquietarme? ¿Por qué me voy a angustiar? En Dios pondré mi esperanza y todavía lo alabaré. ¡Él es mi Salvador y mi Dios! Salmos 42: 5
Te animo a reflexionar sobre los procesos de tu vida. Tal vez pienses que nada ha cambiado o que nada ha pasado, pero tal vez sea porque no te has detenido a meditar en lo que Dios está construyendo en ti. ¡Ánimo! Dios estuvo contigo, está contigo ahora y lo estará... hasta el final.
Referencias
Barber, Donna. 2019. Bread for the Resistance. IVP Books.
Young Reitz, Erica. 2016. After College. IVP Books.
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