Hay diferentes formas de comunicarnos. Con palabras, gestos, símbolos, imágenes, sonidos, escritos y también el silencio. Sí, el silencio también comunica. Hay diversas notas musicales con distinta duración en el pentagrama y también hay silencios que son indispensables para generar una bella armonía. Aun cuando hablamos, tenemos pausas, silencios que amortiguan las expresiones, que dan paso a nuevas ideas y dejan espacio para el asombro.
Para algunos extrovertidos, los silencios nos incomodan. Siempre queremos que algo esté pasando. Para algunos introvertidos, el silencio es vital, genera el ambiente para su estar y ser. Pero los silencios también pueden ser insoportables. Cuando ya no hay nada más que decir, cuando no se hallan las palabras, cuando las respuestas van más allá de nuestra habilidad de entenderlas.
El silencio de Dios, a veces, es el más difícil de sostener. A veces Dios calla para ciertos asuntos y otros no. A veces hay respuestas inmediatas, algunas tardan un poco más y otras ya han sido comunicadas, pero tardan en ser aceptadas por nosotros.
Conexión con Job
Al leer el libro de Job, uno fácilmente podría fijarse en los primeros y últimos capítulos para entender la historia. Hay como treinta capítulos en medio que constituyen un diálogo y en algún punto me pregunté, por qué tanta lata. Tomé el reto de leer capítulo por capítulo y con la ayuda de un comentario bíblico iba profundizando en mis propias reflexiones que fueron varias. Después de escuchar que casi lo perdió todo, Job empieza su diálogo con una declaración bastante existencial:
“y dijo: «Desnudo salí del vientre de mi mamá y desnudo saldré de este mundo. El SEÑOR dio y el SEÑOR quitó. Alabado sea el nombre del SEÑOR».” - Job 1:21 PDT
Luego Job y sus amigos callaron por siete días y siete noches. Ese silencio prolongado a veces puede verse en nosotros cuando no queremos hablar de alguna situación. No sentimos incómodos, evadimos el tema e ignoramos (no querer ver) la situación. Es una acción normal, necesaria y debe tener un fin para poder avanzar.
Job rompe su silencio y expresa su angustia (Job 3.1). Tiene una búsqueda desesperada por entender a Dios. Hay una enorme catarsis y Job protesta ante la injusticia de su condición. Sus amigos no pueden quedarse callados tampoco y tratan de llenar el silencio de Dios con su propia sabiduría. Sin embargo, Job sabe que solo la voz de Dios (la verdad asertiva) lo confortará (Job 17.3). A pesar de contar con respuestas de una sabiduría convencional, Job se siente solo, siente que sus amigos lo han abandonado al no poder comprenderlo (Job 19.13), al no poder representar la verdadera voz de Dios Y solo revertir discursos sin compasión. A pesar de ello, Job espera por su Redentor quién le hará justicia en la tierra (Job 19.25).
Hace unos meses comprendí un poco a Job en medio de una situación donde mis amigos más cercanos guardaron silencio y distancia. En medio de la confusión escribí estas palabras:
¿Qué pasa cuando todo se derrumba? El único que queda eres Tú.
¿Qué pasa cuando solo hay silencio? Y puedo escuchar solamente mi voz.
Entendí que Dios estaba y quería escuchar mi voz, lo que guarda mi corazón. Quería escuchar la voz de Job, quería conocer de cerca su sufrimiento. Y no es que Dios no entendía lo que Job vivía, hablar de su sufrimiento ayudaba a Job a asimilar su situación y para ello Dios guardó sus palabras por un tiempo, para que Job pudiera hablar.
Es cuando nos sentimos abandonados que la presencia de Dios es más brillante. Es cuando ya nadie habla que escuchamos la voz que más ha sido acallada, la nuestra. Job le dijo a sus amigos que el mejor consuelo que podían darle era escucharlo (Job 21.1-2). Así que no debemos asustarnos del silencio, es una pausa necesaria que permite escuchar algo más (aun sin palabras).
Después que Job y sus amigos terminaron de hablar, era momento para que Dios hable, pero Eliú decide intervenir y para mi percepción, prolongaba el silencio de Dios. ¿Será que a veces no podemos escuchar la voz de Dios porque hablamos demasiado? Job estaba exhausto física, emocional y espiritualmente como para responderle.
Finalmente, después de una pausa teatral y digna de un ser tan terrible y admirable, Dios habla, ¡finalmente habla! y Job gana la contienda. Job solo quería que Dios rompa su silencio.
Dios habla y se va por la tangente. Dirige su discurso en la explicación de sus creaciones más salvajes e intenta decirnos algo un poco difícil de descifrar. A veces Dios habla así, rompe el silencio pero no nos dice lo que esperamos o responde directamente a nuestra pregunta, sino que habla otra cosa diferente en su infinita sabiduría, la cual necesitaremos escuchar. ¿Quién podrá entenderlo? Es un nivel de argumentación poético y no convencional. Puede que Dios responda con nuevas preguntas. Entonces se produce un giro y avanza el diálogo.
Dios también responde directamente. En su bondad, restauró todo lo que perdió y le permitió recibir mucho más. También, Dios le dio salud y renovó sus lazos comunitarios. Cuando participé del Campamento Nacional de la CECE, sentí que Dios había hecho lo mismo por mí. Luego de un largo periodo de silencio (e incomprensión), Dios respondió al darme nuevos amigos.
Más allá de lo que vemos, Dios es el centro de nuestros enigmas y la llave de nuestras respuestas. El silencio de Dios es solo otra forma de comunicarse con nosotros y necesitamos abrazar ese proceso para encontrar otro tipo de sabiduría. Les dejo con una parte de una canción que a veces me acompaña en esos momentos cuando Dios me invita a sentarme en el silencio:
Solamente una palabra, solamente una oración
Cuando llegue a tu presencia oh Señor
No te quiero hacer preguntas, solo una petición
Y si puede ser a solas mucho mejor
Solo déjame mirarte cara a cara
Y perderme como un niño en tu mirada
Quiero amarte en el silencio y sin palabras
Y que pase mucho tiempo y que nadie diga nada
Solo déjame mirarte… cara a cara 🎶
- Marcos Vidal
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